viernes, 8 de octubre de 2010

Ontem assistí ao cinema

Fui a ver Lula, o Filho do Brasil.

Me acuerdo que cuando Lula Da Silva  se presenta como candidato la última vez yo venía con Historia Latioamericana recientemente cursada y con la sensación de que groso es este tipo.

Con el paso del tiempo, y dejando de lado los que siempre me decían que el tipo era un traidor, la figura de Lula seguía dandome esa sensación que pocas figuras  me generan en la vida. O sea decir es verdaderamente grande.


El año pasado, había una serie en la televión pública que se llamaba Presidentes de Latinoamérica. Ahí  Lula,  decía que su sueño era ser "motorista de camión" pero terminó dirigiendo los destinos de un país. 
En la película desde que aparece ese camión se me cerró la garganta y una enorme ganas de llorar, como en el 2003, se apoderó de mi.
 Lula es eso. El tipo que no tenía nada, que no pasó por la universidad,  que no se creyó el cuento, que se hizo de abajo, solo escuchando a Doña Lindú, su madre, la que no sabía ni leer. Sin dudas en eso esta la sal de la vida, en seguir por la senda de lo que está bien, y que eso solamente solo se siente.  No se lee en ningún libro.

Y así se consigue todo.

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